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Debido a nuestra naturaleza humana, los signos exteriores nos impactan. Por eso el mundo es tan atrayente. Y precisamente por eso Dios nos da la gran belleza de la Navidad. No debemos apartar nuestra vista del rostro de la Virgen Maria ni de su Divino Hijo. Tener la mirada fija así tiene sentido exterior e interior. Queremos [1] obedecer a Dios; [2] complacer solo a Jesús; [3] aceptar la voluntad de Dios; y [4] solo desear a Dios.