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En el misterio de la epifanía Jesús revela su gloria: Él es Dios y nuestro Rey. El Divino Niño tambien se revela como nuestro Salvador derramando su Preciosa Sangre y dándonos la gracia de vivir y morir por Él. Como discípulos de Cristo, estamos llamados a creer en Él y a ser fieles a sus enseñanzas (que son las enseñanzas de la Iglesia). Todos los mártires dieron su sangre por la verdad; nosotros debemos estar dispuestos a sufrir por la verdad. La Iglesia honra a muchos mártires en este tiempo: SS. Pedro y Pablo, San Sebastián, Santa Inés, Santa Prisca, San Vicente, etc. Rezad con frecuencia estas aspiraciones, que los mártires cumplen mejor: «Jesús, sálvame. Jesús, te amo. Jesús, vivo por Ti. Jesús, sufro por Ti. Jesús, muero por Ti».