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A principios de septiembre, la liturgia nos presenta una serie de fiestas marianas (su nacimiento, su santo nombre, sus dolores). Es evidente que la Iglesia nos llama a ser más devotos de la Santísima Virgen María. Nuestra pequeña capilla está dedicada al corazón inmaculado y doloroso de María, por lo que debemos ser especialmente devotos a su corazón. En la imagen única que tenemos aquí, su pureza inmaculada está representada por rosas blancas y sus penas por siete lágrimas de cada ojo. Imploremos a Dios que haga nuestros corazones cada vez más semejantes al corazón de María.