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Aclaremos la doctrina que la Virgen María merece el título de corredentora. Su coperación maternal fue indispensable y dependía de ella individualmente. Sus dolores -que llamamos su compasión- dan una nueva dimensión a la Pasión de Cristo y, por voluntad divina, se incluyen en los sufrimientos de Cristo mediante los cuales obtuvo la redención de todos los elegidos. Esta doctrina sobre María aclara y protege la verdad de la obra redentora de su Hijo y la verdad de que Dios llama a cada cristiano a participar en la obra de la redención.